Un juego

Martes, 6 de Octubre, 10:00h.

Llevaba desde las ocho de la mañana dando vueltas por el centro de Madrid y solo había encontrado dos bares que necesitaran un nuevo camarero. Estaba agotado y aún le esperaba un día muy largo, pero lo peor de todo es que no sabía dónde iba a continuar buscando trabajo. Decidió sentarse en un banco a descansar mientras reflexionaba, el lugar tiene que estar en Madrid y, por supuesto, a poca distancia de una boca de metro para que más tarde pudiera pasar un rato allí y conseguir alguna que otra moneda de más, se dijo una vez más. Pensó que quizá sería mejor tomarse un descanso, un pequeño recreo de esos que los niños están esperando que llegue durante sus horas escolares, para despejar sus ideas. Para ello decidió jugar a un juego que le recordaba su niñez junto a sus padres y su hermana, era muy simple, lo único que tenía que hacer era seleccionar a una persona y observar su vestimenta, su forma de andar y sus accesorios y a partir de ello intentar deducir cómo sería su vida. Su primer objetivo fue un chico alto, de unos treinta y pocos años que se dirigía corriendo hacía lo que sería su despacho, un edificio inmenso de esos que al ver su cima te duele el cuello, llevaba un traje posiblemente de una marca muy cara y un maletín negro que lleva la gente que parece importante, seguramente su peor miedo sería no llegar tarde a alguna cita lo que al parecer se cumpliría en breve. Su segundo objetivo era una pareja, un chico y una chica de unos veinte años que paseaban de la mano, hacían una bonita pareja aunque no eran del tipo que a la gente le gustaba, es decir, ella no era una anoréxica ni él era un guaperas si no que ella era una chica más bien gordita y el chico un empollón. En ese momento pensó en el tiempo en el que no había pensado en ella… ¿Qué edad tendría ahora? ¿Dónde estaría? ¿Se acordaría de él? En ese momento, apartó esas preguntas de su cabeza, en frente de él habían pasado dos chicas con una mochila a la espalda.

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